El Alto la Bota

Publicada el 2 de marzo de 2019.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Voy a dejar el ordenador esta tarde. Quiero recuperar la costumbre de anotar en el bloc de notas. Me voy al campo, a uno de los puntos más elevados del término de Aguatón. Los rebollos que me encuentro a ambos lados del camino del monte siguen desnudos, sin hojas pero con numerosos agallones y agallas. Es invierno a pesar de estar disfrutando de una temperatura primaveral y una calma rara para la época. Subiendo veo los molinos de viento de la sierra de San Just y más allá. Supongo que hoy están parados. La tarde es tranquila, muy tranquila. Y me repite la salsa barbacoa de la hamburguesa que me he zampado este mediodía en el área de servicio de Villafranca del Campo, donde he compartido comedor con el presidente de la Diputación Provincial y con empleados de la Caja Rural de toda la zona.

Me entremeto entre chaparras e intuyo una trinchera de la Guerra Civil. El suelo está lleno de la hojarasca de los rebollos viejos, con el tronco recubierto de líquenes. Aun no huele a nada la tierra. Los espliegos están esperando el buen tiempo para resucitar. E igual los tomillos. Solo quiere despertar algún gamón, aunque todavía está en ciernes. Me ciega el sol de poniente durante la ascensión. Mirando el suelo veo latas restastinadas, restos de los soldados que pulularon por aquí hace más de 80 años. Tampoco es raro ver trozos de metralla. A saber cómo consiguieron calentarse aquellos jóvenes inexpertos en las heladoras noches del invierno. ¿Harían hogueras? Hoy, el único humo que se ve es por el Jiloca y solo es el polvo que levantan los rulos mientras pasan sobre el cereal.

Encuentro una varilla gorda enganchada al suelo justo en el Alto la Bota, mi destino. No es un resto histórico. Es lo único que queda de una torre de medición del viento que hubo aquí a principios de siglo. Más tarde instalaron otra en Argente y allí sigue. El proyecto de parque eólico se esfumó como se disipa la visión del Moncayo, que se intuye a lo lejos. De vuelta veo una bala de fusil del periodo bélico. Al lado, unos cartuchos de escopeta recién abandonados por los cazadores.