El mal viaje

Publicada el 5 de enero de 2019.

 

 

 

Un mal viaje puede ocurrirle a cualquiera. Hay quienes se sientan frente al televisor, abren la mente, se dejan llevar y chorrean un reguero de crueles sensaciones, amplificadas en las redes sociales. Pero no todo el mundo lo vive del mismo modo: hay quienes se enfrentan a la nueva experiencia delante del aparato relatando la inversión de tiempo como si fuera una gozosa vivencia irrepetible; hay quienes ni se atreven a probar la sustancia relajante; y, finalmente, hay quienes conectan de forma furtiva y se duermen. Este último grupo es el que representa mejor la vida. ¿Quién no ha echado unos ronquidos durante un trayecto en tren de más de cuatro horas?

Sí, estoy escribiendo sobre “El Viaje” de Aragón Televisión. ¡Otra columna más dedicada a la televisión experimental! Tanto el programa como las reacciones que ha suscitado son el mejor ejemplo de telerrealidad que se ha visto en años. Las 30.000 personas de media que se tragaron el viaje a Canfranc son las únicas dispuestas a subirse al tren, disfrutar de los paisajes de la comunidad, soportar incidencias mecánicas varias y, con suerte, llegar a destino a una hora decente. Es evidente que no montarán en el vagón día sí, día también. Otras 200.000 son curiosas, incluidas las del mal viaje, pero no van a perder minutos de su existencia si hay alternativas más rápidas. El aburrimiento les persigue. El resto cogerá el vehículo privado sin dudar.

Visto lo visto, se entiende que los trenes convencionales de pasajeros circulen cada vez más vacíos. Solo un porcentaje mínimo encuentra ameno viajar en ferrocarril. Es demasiado aburrido para el resto. Lo que conlleva que los convoyes sean cada vez menos rentables. Lo que conlleva que la compañía responsable de la infraestructura invierta cada vez menos en mantener un trazado deficitario. Lo que conlleva que el pasaje sea todavía inferior. Y así, en bucle infinito, hasta que alguien decide transformar la vía en alta velocidad, el tren deja de hacer paradas y el grupo del mal viaje se deleita con una pantalla de entretenimiento a bordo delante de su asiento.