Feminazis

Publicada el 17 de agosto de 2019.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hasta ayer por la tarde andaba la testosterona del pueblo revolucionada porque iban a venir unas feministas de Teruel con intenciones no muy claras. Algo de sexo y género. Feminazis. Nada de hablar de depilación o trucos de belleza. Sexo y género. Nada de casquetes y medidas descomunales. Nada de normas gramaticales. Tras el teatro pacifista y animalista del miércoles por la noche, feminazis. Está quedando una semana cultural para ejecutar sin piedad al comité ideólogo estajanovista que la ha organizado.

No son precisamente paletos de la contornada los que hacen comentarios y chascarrillos despectivos sobre la actividad preparada por la Coordinadora de Organizaciones Feministas de Teruel. Tampoco los hombres de más edad. Los críticos son jóvenes bien informados y de mundo, urbanos. Hombres que atesoran gran cantidad de prejuicios. Hombres que nunca llevarían una bolsa reciclada al supermercado para evitar confusiones innecesarias. Hombres corrientes.

Cada vez que aparece la palabra “feminista” en un folleto hay que ir con pies de plomo. Me lo han comentado en varias ocasiones. Produce rechazo. Sin embargo, escuchar o leer la palabra “feminazi” es hasta simpático para mucha gente. Hombres y mujeres. ¿Quién lo estará haciendo mal, la mala comunicación feminista o la influencia de ciertos líderes de opinión? ¿Ambas partes?

La hombría aguatonera sigue intacta tras el paso de las feministas. Han llegado y no se han lanzado a la yugular de ningún macho. Entre sus objetivos no está acabar con la mitad de la especie. Pretenden igualdad y acabar con miles de estereotipos a los que estamos acostumbrados. En una época en la que los roles masculinos o femeninos respondiendo al sexo biológico están más que cuestionados, es el momento en el que se convierta en realidad una sociedad más justa. Y ya. Yo quiero pensar que esta idea es compartida por la totalidad de la población, aunque sea en sus más profundos adentros.

La vida sigue y a saber qué gentuza vendrá el lunes para conversar de algo llamado Twitter. Seguro que es un grupo mucho más peligroso que el de las feminazis radicales.