La esencia de lo rural

Publicada el 9 de marzo de 2019.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Hoy me enfrento al Comité Examinador de lo Rural. Siento que he pecado y aquí las faltas se pagan muy caras. Desconozco quiénes juzgarán mis actitudes disidentes en esta ocasión. Me siento observado por tantos ojos que cualquiera podría ser mi tribunal inquisidor. El bar de chinos en el que estoy escribiendo estas líneas tiene de fondo musical “Felicità” de Al Bano & Romina Power. Solo por oír esos acordes merecería una firme condena. Pero el delito todavía es peor. No estoy en el pueblo.

Suena ahora “Gloria” de Umberto Tozzi, mismo lugar donde se encuentran con toda seguridad los talibanes de lo rural. Estoy comprobando que los planteamientos se están radicalizando cada vez más y ya no es solo suficiente mostrar interés por las cosas del pueblo. Hay que sentirlo las veinticuatro horas del día y no se permite una ligera desviación de lo que se supone que es ser rural o vivir en lo rural, de los diez mandamientos o más que marcan la manera de comportarse a los seres del campo. Esta nueva tabla de la verdad ha sido emitida por las nuevas deidades que nadie puede cuestionar si no quiere que le expulsen del paraíso o le condenen al eterno purgatorio de la tierra de nadie.

Porque sí. Vivimos una temporada de exaltación de lo rural, un orgullo tal y como lo fue y sigue siendo el honor de pertenecer a la gran urbe. Que digo yo que es importante defender el lugar de donde te sientes, pero no a costa de enfrentarte al resto de la humanidad. Pienso proteger con todas mis fuerzas la que siento como mi tierra, pero sin renunciar a cualquier otro horizonte. Quiero ser un ciudadano del mundo, sentirme un titiritero que va de pueblo en pueblo. Aun no tengo muy claro si soy internacionalista o cosmopolita.

Domenico Modugno canturrea “Volare” por el hilo musical del bar y yo también quiero volar de aquí allá sin que nadie me ponga barreras. Disfrutar y vivir en lo rural, disfrutar y vivir en lo urbano. El italiano ganó el Festival de San Remo con la tonadilla. Yo me estoy ganando el infierno por escribir este texto, pero me siento más liberado que nunca.